lunes, 28 de noviembre de 2011

La astilla

Posiblemente sea una espina que lastime tu iris,
acaso, para ti tan sólo sea una esquina sombría,
 y seguramente, ni tan siquiera recuerdes
el momento predestinado, que prometí
amarte para siempre y por el resto de mis días.
Lo voy considerando, con dolor, muy lentamente,
pues me lanzas como abrojo nauseabundo
al desanimo de tus confinados recuerdos.
Ya nada me consterna, ni el rumor de tus gemidos,
que en todas mis noches solitarias, escuché a solas,
al abrir el tragaluz y distinguir tu sombra retozando con la luna.
Y se va muriendo el sentimiento que entregué a estas paredes,
dónde hubo un instante, que ni tan siquiera coexistió este frío,
que hoy me envuelve con escarcha de glaciares boreales,
en el lóbrego y cínico teatro de tus infidelidades.
Por tanto, aunque la sangre se arremoline en el odio,
aunque mis venas siempre estén abiertas, desangrándose
ante la jofaina verdosa de mi inhóspita tristeza,
aunque la armonía y la eternidad nunca sostengan mi pena,
ten presente, que el fondo de mis francas plegarias,
siempre desearé que seas, una pequeña astilla en mi nostálgica.


Miguel Ángel Bernao

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