martes, 24 de enero de 2012

Marinero de charcos

Cuando el cielo arrulla lluvia
es hora de nostalgia servida,
el corazón cerca del fuego
ante el temprano sol de mediodía.
A los charcos soplando vientos,
levantando las altas olas,
izando las velas al cielo
esperando arribar los lamentos.
Así, prendida la roída vela
en lo alto del viejo mástil,
divisa la tierra firme
el casco de mi galera.
A tientas la noche reza
encontrar en las estrellas,
lunas de agosto sembradas
en el ocaso de tu mirada.
Bramo al guerrero mi fuerza
que desata tu recuerdo
en la tierra que se avista
en la danza de tu cuerpo.
Quiero entregarte una vida,
entre mares y tierras sembradas,
relucientes eternidades soñadas
en la añoranza de mi partida.
Dejaré el sol anclado
al bravio mar de la zozobra
que de alegría se vasta y se sobra
en este océano satinado.
Volveré con enamorada caterva,
tras surcar los desatados designios,
mientras el fiel amor nos preserva,
y nos protege de los naufragios.

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Miguel Ä. Bernao

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