sábado, 15 de enero de 2011

Poesía a concurso VI Edición Poemas sin Rostro

Para votar la poesía entrar en VI Concurso de Poemas sin rostro (http://www.canal-literatura.com/Apoesia6/), busca la poesía Nº 168 Titulada "Ainielle" y por supuesto pinchar la estrella número 10. ¡¡¡No espero menos de vosotros!!!.



“El tiempo fluye siempre igual que fluye el río:
melancólico y equívoco al principio, precipitándose
a si mismo a medida que los años van pasando.”

Julio Llamazares.-
“La lluvia amarilla”.-

 

“Ainielle”



Ainielle esta vacío,
como el eco en el abismo del silencio,
sin ti, la niebla se suspende en una cielo frío,
dónde no hay ascua, ni calor posible
que sustente tu irremediable ausencia.

Amigo de lenguaje agrietado y sibilino,
se que es la soledad del pueblo inanimado
la recurrente añoranza de tu recuerdo,
la que te guía por sus rincones olvidados,
por la sumisa razón del enfermo camino,
 que tu corazón sigue avistando en la luz de Bescós.

Y de los finos montes oriundos de tu nostalgia,
la plenitud y paz se agranda en mi recuerdo alegre.
Que en ventanas de ausencia ya observé tus inviernos
y en el calor del fuego redoblé mis esfuerzos
donde el silencio aún refutaba pleitesía y armonía
por recordar de tu vida aquellos momentos

Que tu quisiste marchar cuando nadie lo quería,
ni el retrato de “Sabina”, ni el fantasmal silencio
que en las noches de desvelo te cubría.

Y recorriste el camino hacia el molino
con la soga sangrante ahogando tu cintura,
transitando con premura por el blanco inerte
de tu memoria loca y tristemente perdida.

Es lluvia, el inmutable eco del viento,
es lluvia la voraz ausencia de sentimiento,
es lluvia las lágrimas derramadas por amor,
es lluvia salada, quizás sea amarilla,
pero lluvia al fin y al cabo amigo.
Y  así es como te recuerdo compañero,
entre imágenes añejas y sueños exánimes,
en el pensamiento de mis desordenes emocionales,
en mi morada candente de inteligencia
y sacrificios fatigados por tratar de entenderte.

Y esta es mi vida, como fue la tuya;
 la de muchos que aún viven,
aferrándose a la luz infinita del amanecer,
 sollozando a la luna con resignación,
siendo parte del eslabón que une
la vida con la plena dedicación.

 Te llevaré en mi mente, en el deshielo
irremediable  de la lluvia de mis ojos
repudiando el momento, en el que,
olvidaste que el epílogo ya estaba escrito,
y narrado en los libros de letras amarillas,
en los ocasos de noches estrelladas
y en el destino de tu alma atormentada.

Es así amigo, que tendré que imaginarte despierto,
golpeando tu mano ejecutoria e insensible al viento,
dando vida y aliento al lebrel ya moribundo.

Es así amigo que tendré que admirarte,
en la tormenta amarilla de mis emociones,
 sin saber aún, por qué siempre serás
recuerdo y nunca mas olvido.

Miguel Ángel Bernao



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