domingo, 14 de agosto de 2011

XXIX Certamen Literario "Castillo de San Fernando"

“El tiempo ha puesto muchas veces remedio
a aquello que no ha podido ponérselo la razón”

Lucio Anneo Séneca.- Filósofo romano




"La arena del tiempo" 


 Mientras sostengo el peso del firmamento,
que ante mis ojos resalta su indómita amplitud,
acomodo las ideas situadas en mi mente
entre el reloj de arena que inmoviliza mi pasión.
Y observo el paso del tiempo, que nunca se detiene
entre el vaivén imperturbable de la arena
que cae de un lado a otro sin remisión,
llena de mar, de sal de pasiones,
de recuerdos y colmada felicidad
que honra el paso del tiempo, como la plenitud
para el alma en sus etéreas emociones.
El tiempo...
El tiempo que huye sin mirar atrás,
que claramente vive cerca de nosotros,
 queriéndonos abrazar en su baile inconcluso.
El tiempo...
Que se olvida del ayer
y del hoy ya no recuerda dónde está
o estuvo o llegará a estar, para volver a penetrar
en la senda de nuestros sentimientos.
El tiempo...
 El tiempo de otoño,
donde las hojas bailan con el viento
al compás de un vals
y una sentimental mirada.
El tiempo...
Sin rostro imaginado que nos recuerde su paso,
ni respiro suficiente para esperar que llegue,
pues aún llegando, ya el reloj
ha girado para seguir amontonando
su peso en nuestras vidas.
Así, concluyo que el alma es eternidad,
como la arena infinita del reloj
que regala tiempo al cielo
y compromiso al corazón.
El tiempo...
Esa delicada capa de seda invisible
que viaja entre recuerdos, mañanas de esencias
y sueños de estrellas en el crepúsculo matutino.
El tiempo...
Que nunca podrá distanciar el sentimiento
del alma eternamente enamorada.
El tiempo…
Capaz de arrugar la piel de enseñanza
en la inocencia y la madurez
de esta vida que se escapa..
El tiempo...
Que atrapo para nacer y morir
en un mismo segundo,
ese tiempo por el que alguien renuncia
y que yo tanto necesito.
Mientras tanto, seremos esa sonrisa
que agranda la mirada en la distancia
con el alma limpia de dolor
y la rabia enlutada en blancos
pergaminos de esperanza
que, cada mañana, visitarán las azoteas
de arrolladoras tonalidades,
para manosear el aire que nos une
en el tiempo de la eternidad deseada.
El tiempo...
Que hará que no espere nada distinto
de aquello que la vida me traiga,
ni perturbar el cauce del destino
en el lapso de las compartidas nostalgias.
Tan sólo el lado más humano del corazón
entiende que el tiempo pueda estancarse
ante nuestros ojos, jugueteando con la inquietud
que nos destierra al camino de la ansiedad.
Pero no caeremos, como hoy se desploma esta arena
en los lados inversos del reloj, una y otra vez,
dejando que el sentimiento persista
en las tormentas de arena del cielo,
y demostrar la promesa de amor
en el lado inaccesible de la razón y los sueños,
donde las cautivas arenas del tiempo
siempre llevarán la eterna promesa de los besos.
Mi tiempo...
Tu tiempo...
El tiempo...

 
Miguel Ángel Bernao

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