La lluvia acaricia las nubes de besos,
en este otoño de noches estrelladas,
al ritmo de hojas y quiebros forzosos,
sembrando vida y recuerdo en mi nostalgia.
La lluvia es lágrima de sal
por este océano que navego,
por los horizontes sin viento,
que el timonel rogó a los cielos.
La lluvia es mi recuerdo sempiterno
y la felicidad en este mismo momento,
aunque el naufragio de este, mi sentimiento,
vuelva a levantar, ahora, el viento de los cielos.
Miguel Ángel Bernao
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