lunes, 5 de diciembre de 2011

El dichoso anuncio

Muchas veces me planteo no pagar esa factura
que me une al mundo de la incomunicación,
dejar mi casa vacía de trastos inútiles,
quemar las facturas comerciales del consumismo,
para recobrar contigo, el diálogo ya perdido.
Y es que ya ni nos miramos para hablar,
ni tan siquiera nos ofrecemos el mejor lugar
para el acto televisivo que acaba de comenzar.
Peleamos por encontrar algo que distraiga
nuestra monotonía, al ritmo frenético y compulsivo
de una sucesión de impactantes imágenes,
gobernadas por nuestras propias carencias.
Y nos queremos tocar, sabiendo que estamos cerca,
pero puede más el morbo de acariciar el mando
o incluso gritar: ¡joder otro dichoso anuncio!
El caso es que después de ese anuncio,
seguimos distantes y sin diálogo,
olvidando que la vida, tan sólo son emociones,
en este vació que hoy, llena nuestros corazones.
¡Quiero apagar ese silencio que nos engulle sin remedio,
recobrando contigo los minutos perdidos,
apagando la luz que nos acorrala
en la mentira inútil de esta pantalla plana,
que nos traslada, como si nada,
a la pantomima cómica y bien urdida,
de esta, nuestra televisión privada!


Miguel Á. Bernao

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