domingo, 25 de diciembre de 2011

Entre las aguas serenas del mar que navegas

Cuando marche al cielo infinito
con el velo marino del horizonte,
prendido a hombros de mis ilusiones,
mil suspiros de amor dejaré en el aire,
que recitados mis versos al recuerdo,
el alma liviana siempre te abracé.
Dejo en penumbra y calma la mar,
en la blanda arena, dos velas encendidas
que ni el desquiciado viento pueda apagar.
Un soneto entre la huella de mis pasos,
que ni las olas puedan borrar,
y en los acantilados, una rosa,
donde felizmente poderte besar.
Y allí, en nuestra amplitud sentimental,
en la abismal anchura de los sueños,
dónde siempre quisimos volar,
acaricio con dulzura tu vientre
antes de arrojarnos al infinito del mar.
¡No temas!, princesa de blanco coral,
Que mis lágrimas saladas ya borraron
Aquello que nos quiso hacer naufragar,
Sujeta mi fiel sentimiento y déjate llevar,
A orillas de mi corazón y su extensa libertad,
Que el amor es el destino que el viento lleva,
Entre corales, quimeras y apacibles mareas,
De luz fraguadas en el ocaso del tiempo,
en las aguas serenas del mar que navegas.

Derechos reservados del autor – @Poemas 2011
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Miguel Á. Bernao

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