lunes, 23 de abril de 2012

Nadie quiso que nos amaramos

Nadie quiso que nos amaramos
y aún así lo hicimos,
envueltos en sábanas despiadadas
sometidas al embrujo
de un tiempo llamado ritmo.

Llegaban los ecos de la pasión
musitando gemidos de gozo
coronadas tus mesetas en caricias
y tu sexo entre lenguas subterráneas.

Un desastroso espíritu poseyó el momento,
al danzar en eternos sentimientos
los recuerdos y el heroico flagelo,
de ese amor profano que alimento el ego
con puñales de tristeza y dulces recuerdos.

Nadie quiso que nos amaramos
y aún así lo hicimos,
con el recuerdo anclado
en un baile de pasión y vicio,
borrachos de atardeceres amargos
sin pensar que este era el principio
de un final llamado destino.

Que lo diga el aliento de mi boca,
que suene el amor en las campanas
y cuando llegue la medianoche
vuelvas a amarme las entrañas.

En medio de esta locura
posé el recuerdo en la sabanas
con la pasión aún encendida
en la nostalgia de tu mirada.

Nadie quiso que nos amaramos...


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