miércoles, 9 de mayo de 2012

La huida

Una tarde, en la que la brisa sosegada
desparramaba otoños marchitos

por los caminos desiertos de soles,
mientras la costumbre de llorar
murmuraba desconsoladamente,
partí, huyendo de esta vida.

Dejé el aire denso fluyendo en el recuerdo
y el alma ansiosa engalanada de sosiego,
cogí las provisiones guardadas en el tiempo
y emprendí el viaje hacía el gozo eterno.

Aún, otra lágrima ahogada en océanos,
bajo el apenado manto del destierro
alzará las olas hacía el azul del cielo
y cubrirá de paz el mar encapotado.

Yo he marchado con el corazón a cuestas
y con tan hondo y alegre sentimiento
germinadas he dejado las primaveras
y los soles iluminando las huellas
que mis pasos dejaron en la tierra.

Dicen que los muertos no hablan
entre la turba mansa del olvido,
y sin recuerdo el tiempo pasa
en el presente de este sacrificio;
yo ya hablé a orillas de mi consuelo
y recobré las fuerzas y la esperanza
en la ascensión de mi cansada alma
entre el fresco verdor de las laderas
y mis nostalgias de humana calma.

Una tarde, en la que la brisa sosegada
desparramaba otoños marchitos
por los caminos desiertos de soles,
mientras la costumbre de llorar
murmuraba desconsoladamente,
partí, huyendo de esta vida.




Miguel Á. Bernao

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2 comentarios:

  1. La huida es una señal hacia la luz y la realidad de los sueños. Me ha impresionado la profundidad de tus versos y la expresividad de tus palabras.
    Ha sido todo un placer pasar por aquí, aúnque algo falto de tiempo, volveré.

    Un abrazo

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    Respuestas
    1. Gracias Jose Manuel, un placer tenerte en mi Blog y, por supuesto que mis versos sean de tu agrado. Un abrazo y espero tu retorno a este Blog.

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