viernes, 24 de agosto de 2012

Contigo dejé las horas y el silencio

La impaciencia reclama silenciosa
al contraluz de visillos arañados
que el viento enjuague las nostalgia
de los silentes recuerdos sepultados.

La virtud es domar el intelecto
sembrando letras entre versos
acariciando los lúgubres avernos
en lo sublime del pensamiento.

Contigo dejé las honras y el silencio
blandiendo espinas y descontento,
las rimas melancólicas en el presagio
en el parnaso sublime del firmamento.

Y ya llegó quebrada la ausencia
y embravecido el abatimiento
de incolora sangre derramada
en los confines del sentimiento.

Es justicia saciar la sed del hombre
y calmar las tormentas del alma
con las lágrimas desbordadas
en este amor que nos separa.

Se amarte con la herida abierta
aunque se desangren los océanos
y los descompuestos cielos brillen
en el recuerdo de mi fracaso.

Por amor entregué mi esencia
a los horizontes y los momentos
germinando tiempo de espera
en la esperanza de mis anhelos.

La impaciencia reclama silenciosa
al contraluz de visillos arañados
que el viento enjuague las nostalgia
de los silentes recuerdos sepultados.


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