sábado, 25 de agosto de 2012

Fotógrafos de un espejo

Ciertamente no hay un silencio
que limite el caudal de las palabras,
irremediablemente tan solo el alma
y tristemente… pocas veces las caricias,
nos inician en el lenguaje de la mirada.

Otras veces las cosas parecen más sobrias
se pueden incluso desgarrar las tinieblas
y abrirse, más allá de los horizontes los otoños,
como una flor germinada entre primaveras.

Es un desliz del momento pasional,
insuperable y siempre insatisfecho
que ensambla miradas y silencios
en la virtud humana del sentimiento.

Contemplemos por tanto el reflejo
proyectado en la luz de la mirada
aunque el silencio nunca nos encierre
en los albores oscuros del espejo.

Ciertamente no hay un silencio
que limite el caudal de las palabras.


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