En este orden prosaico, las ideas vuelven para irse,
procrear la reflexión y atribuirse el éxito;
tal es su oficio que han amparado el silencio
y desprotegido el miedo de su satisfecho orgullo.
Vuelven con la impronta del deseo, con la danza de la bruma
y el desprecio acontecido en los contornos del olvido.
Sucede que el tiempo,
discurre por las mismas ensoñaciones que la mente crea,
discurre por las mismas ensoñaciones que la mente crea,
y algo consigue encender las impurezas del hombre;
alma seca, cuán exacto a si mismo y su grandeza,
con las mismas sombras y la misma premisa.
Y si es mi alma un misterio y, sin saber su mal y su secreto,
morirá la justicia del sueño en el intervalo funesto del deseo.
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