jueves, 22 de diciembre de 2011

Ella, niña de mi cuento


“El sueño de héroe, es ser grande en todas partes
y pequeño al lado de su padre”

Victor Hugo.- (1802-1885). Novelista francés



Ella, niña de mi cuento


I. (Ella)


Papá, ¿por qué no me traes a la vida?
Que en mis noches deseo abrazarte y en tus días,
en tu tristeza, cubrir el vacío con mis risas y,
juntos, jugar a componer versos y melodías.
Papá, no te aflijas, ¡yo te entiendo!,
te querré más allá de los momentos,
en los márgenes del mar eterno
donde las olas cubren tus secretos.
Y, ¿quién sabe papá?, quizás un día,
con las manos firmes y la felicidad prendida,
llegue la luna y te abrace en su manto.
¡Porque yo te entiendo!,
por eso dejé en la almena del cielo
una blanca luz de terciopelo,
que tú llamaste luna,
y yo, amor verdadero.

II. (Mi niña)


Así será, mi niña,
que nacerás en las aguas
de mi necesidad,
entre tempestades, tormentas
y días de calma.
Que a bien te deseo
y te amaré con el alma,
con la fortaleza de un padre
y la bondad en calma.
La eternidad es mi esperanza,
bien lo sabes tú que hoy me abrazas,
caminando por senderos juntos
cerca de la luna que tanto amas.
Así será, mi niña,
que tu padre te amará
con las fuerzas del amor
que llevaré siempre en mi esperanza.
Y dile a la luna que te acune,
pues de nuestro amor nació
este sentimiento que nos une.


III. (El cuento)


Todo cae por su peso,
bien lo saben los presos de amor,
que en celda de fríos barrotes
blanden su herida en lágrimas.
Y deberíamos tocar la tierra
con las manos embarradas,
no dejar que el sentir se muera sin remedio,
pues el tiempo gira en los relojes de la vida,
y ésta nunca para, ni espera, ni tan siquiera desespera,
siempre camina con la daga afilada
llegando a lugares que el alma no alcanza.
Y es verdad, cariño, que te necesito,
mi niña, mi princesa soñada,
porque esta cárcel es amplia
para regalarte mi mirada.
Este hombre, que te quiere, también ama
a aquélla que hoy sonríe y se alegra de tu llegada.
Y sé que sabrá comprenderme,
que tan sólo necesito encontrar
el amor que tanto me falta.
Por eso te digo, niña de mi alma,
que siempre tendré su luz
cerca de mi alborada
y, si me faltara, sabré que será feliz
donde quiera que se encuentre,
pues sabrá entenderme,
como yo entendí
que nuestro amor se fraguó
en el roce perfecto
de un beso en su frente.
Y eso deseo, mi niña,
que tan sólo recuerde
que de mi corazón brotó
la bondad de amarla para siempre.
Y ahora duerme, niña de mi alma,
pues ya escuchaste el cuento
en esta noche de luna clara.

Derechos reservados del autor – @Poemas 2011
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Miguel Á. Bernao

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