Cuando la mente se queda vacía,
de silencio se empapa el verso,
las rimas, fingiendo luz y alegría,
en los cuartetos de mis sonetos.
Cuando las calles se tornan sombrías,
el acento busca notoria hegemonía,
entre palabras marchitas y austeras,
soldadas al ambarino sol del mediodía.
Cuando la noche cubre mi piel de estrellas,
de ti me guardo una hebra de caricias,
para tener mi mente eternamente ocupada,
por todas las calles que se tornen sombrías.
Cuando el viento apaga el candil de tu mirada,
la luna, llena de deseo abre el firmamento,
tiñendo el eclipsado horizonte de poesía,
trasladando mi mente al sombrío sueño,
y a las calles ya prendidas, tu feliz recuerdo.
Miguel Ángel Bernao
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