Llegó el ansiado cambio;
y que conste, que no deseo
hacer leña del árbol caído,
ni tan siquiera elogiar
el cambio por todos elegido.
Llegó el ansiado cambio,
como bien he dicho,
y yo seguiré igual,
de eso estoy seguro,
pues de color nunca pinté
mi alma, ni las palabras
de mis humanos versos.
Seguiré, posiblemente lejos,
en una utopía deforme,
ausente de la realidad,
y aunque mi conformismo
me sea tachado de inconsciente,
bien sabré dormir con orgullo
y con serenidad latente.
¡Que no quiero encontrarme
en el volcán de los fanatismos,
ni tan siquiera dar mi nombre
por ser criticado de insurrecto,
sólo deseo vivir con hambre
y con sed justa, para poder
repartir mis sobras a la avaricia,
que quizás, mas que yo lo necesita!
Por tanto, sea rojo, verde, azul o anaranjado,
el color de esta patria, ahora, falta de esperanza,
tengamos presente que la bondad
la construye el alma, lejos de codicias,
en la paz de nuestros actos.
Por tanto, seamos fieles a nuestra verdad,
y así, construyamos un país, necesitado
de sinceridad y ausente de malos hábitos.
Y permítanme que diga, que con el dinero
no se juega, sea rojo, verde, azul o anaranjado.
Llegó el ansiado cambio...
y ahora, a trabajar “señores”, como yo lo hago,
en la utopía libre
de mis más sinceros versos,
que no son rojos, verdes, azules…
ni tan siquiera anaranjados.
Miguel Ángel Bernao
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