domingo, 4 de diciembre de 2011

El dedo acusador

Ella ama a una mujer,
con el ímpetu gozoso del inicio,
que en silencio y poco a poco,
 de pasión se va llenando,
como los pétalos de rosa
 tras la primorosa lluvia de otoño,
como las hojas trasladadas por el viento,
a esa parte donde la cognición
nunca predica con ejemplo.
Y el corazón, se va oprimiendo, creyendo,
consintiendo la injusticia de un sentimiento.
¡Lesbiana gritan desde los costados,
verdulera loca de vicio y falta de sentido!
¡ Y gritan al vacío de su ignorancia!
Pero aún así, siento la inmoralidad en mi mudez silente,
a la vez que, el primitivo murmullo de la vida
señala mi condición de alma en piel prestada,
invertido, afeminado, gay, y para ustedes maricón,
así me llamáis con el beneplácito del estrépito,
bramando con cadenciosos acordes, oteando la multitud,
ansiando que el dedo acusador me señale y repudie mis valores.
Y sensible soy, como esa lesbiana loca de vicio,
que por pecado, tan solo tiene amar a una mujer,
como si sólo el hombre pudiera hacerlo.
Insensatos, escuchar vuestro corazón:
 ¿Acaso sabéis dónde se encuentra el amor?
 Tan sólo somos seres humanos, tu, yo…
y la sociedad del dedo detractor.


Miguel Ángel Bernao

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