viernes, 2 de diciembre de 2011

La despedida

Tengo que dejarte aunque el pecho se quede vacío,
no puedo más con este dolor que parte mi corazón,
te recordaré como parte de mi existencia,
pero si no es así, moriré agonizando de dolor.
Mis labios ya no te besarán ni sentirán el tacto
frívolo de mi engañosa necesidad de ti,
ni tan siquiera sentiré el calor en llamas de tus cenizas,
pero sino es así, moriré agonizando de dolor.
Me despido de ti, para siempre, consciente de mis actos,
para llevarte al olvido de mis sensaciones.
Y no deseo recordarte aunque me tientes,
pues desde hoy y para siempre
romperé esta cadena que me une a ti,
olvidándote eternamente.
¡Hasta siempre maldito cigarrillo!


Miguel Ángel Bernao

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