viernes, 24 de agosto de 2012

La fosa de la envidia

La tristeza también es gratamente bienvenida
en este mundo insaciable que muere de alegría
con la hondilla rindiendo obediente pleitesía 
al silencio escondido en los ocasos de la vida.

Y no pienses que arremolinaré la soga al cuello
destripando los sesos de mi humilde intelecto,
no me basta con no entender lo incomprensible
ni suplicar tristeza en los rumores del invierno.

Es más fácil abandonarse en la mísera verdad 
que comulgar con mentiras de risas falsas.

Mi mundo es antagónicamente insondable,
y este, donde transito con la sombra acuestas,
apenas me deja soñar con la libertad del cielo
y con las fronteras de los extrañados sueños.

Pero ya llegó la noche con un manto negro
a arroparme en el insomnio de mis pesadillas
con sabanas adornadas de blancas estrellas
y espinas germinadas en el fondo de mi locura.

La vida mísera me apasiona…

Poco importa que sobre el cuello
la aprensión clame justicia,
si ya los sueños de esta vida
juntos yacen en la fosa de la envidia.


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