Desnudo he prestado a los cielos mi pena
esperando el crespón mullido de la noche,
flotar entre el diáfano telón de mi existencia
y al silencio excarcelar mi amarga condena.
Desnudo he atrapado las melodías del mundo
en la estrecha profundidad de mis recuerdos
caminando sin pausa por los ocultos pensamientos
transgrediendo las normas en el silencio vagabundo.
Desnudo he conquistado el intelecto inconsciente
en meditaciones subliminales y conjeturas,
y, sin embargo, las reflexiones tristemente
no han calmado la ignominia de mis locuras.
Desnudo he quitado el polvo de las primaveras
con acartonadas lágrimas de océanos fastuosos
y los otoños cobijados han sido con mis letras
en la tangible realidad de mis sueños ambiciosos.
Desnudo he germinado en tu cuerpo la vida,
entregado... el murmullo de la esperanza súbita
colmando la espiritualidad descompuesta y fundida
en el destierro angelical de mi alma bendita.
Desnudo he amado el mundo soñado
en los instantes de los sublimes silencios,
con el corazón sesgado y desgastado
sangrando injusticias en los recuerdos.
Desnudo moriré en los versos entregados
con las palabras agitando los vientos,
la única verdad cerrada en los candados
y el fondo cimentado de mis sentimientos.
Desnudo... recité poemas
con el corazón enamorado.
Miguel Á. Bernao
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