De este momento fugazmente inmortal,
sumergido en el galanteo de un deseo,
quedan los desenlaces de la turbación
adheridos a los impenetrables deseos.
Me guardo la sensación para cubrirla luego,
que desnuda fluya por el recuerdo sometido
y en las esquinas del abandono acontecido
mi juramento pueda trepar por sus abismos.
Dondequiera que un sentimiento ame
trasladando albores y trepando laderas,
descansará el alma su anónima grandeza
en la virtud perpetua de las primaveras.
Me guardo la esencia mojada de tus besos,
la que excita mis imperturbables recuerdos
y abandona los tristes y solitarios océanos
en la inmensidad perenne de tus excesos.
Me llevo el amor y guardo el recuerdo…
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