viernes, 28 de septiembre de 2012

Tango

Creo que hoy la tierra se empantana de nogales
y es que cerca los manantiales germinan aguas
y al compás de un tango de cinturas ermitañas
los afluentes del amor humedecen los rosales.

Un bailoteo manoseado en la reminiscencia impura
que el refinamiento de varios cuerpos incorpóreos
disponen en el pentagrama de las dulces melodías
a un ritmo de eclosión infernal y austera metonimia.

Mil historias comparecerán en la lentitud del descanso
mirándonos a los sentidos con la fogosidad enfermiza, 
y de nuevo el tango desgastando nuestro súbito espacio
paladeando el hálito de nuestro profundo sentimiento.

Hay bailes que nunca terminan al final de la fiesta
van de nuevo al encuentro del recuerdo impasible
con la cintura dañada y las manos aún desgastadas
del roce pasional de las ensoñaciones idealizadas.

Allá… existen nogales sin espinas
y recuerdos de rosas níveas.

Aquí… hoy eres fantasía
entre tangos y afables melodías.


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