domingo, 30 de septiembre de 2012

Un mar en calma

Recordar que la sangre traerá ríos,
cenizas los afluentes sin destino,
y al fondo, el mar ensamblado al océano;
-el mar místico y bravío- 
y los barcos con su redes recogidas en las arenas,
las tormentas gobernando los vientos del sur
y los faros desguarnecidos y mohosos
guiando los crepúsculos cadenciosos.

Alguien se despertará asumiendo el silencio,
apaciguando la excitación de las perdidas mareas
y reflotará la penumbra de las tormentas sin miedo, 
devolviendo el silbo a las gaviotas, y a los peces… 
las burbujas de su respiración inquieta.

Recordar que nadie ha sabido pintar el mar con quietud,
ni la lluvia con la tormenta desatada cubriendo su bravura,
ni el paisajista, ni el poeta, ni la ingeniosa naturaleza
ni la corpulencia de los recuerdos hundidos en la arena.

Soy esencia de mar frente al vaivén constante de las mareas,
un exiliado trovador que, trató de amar el mar y la salada tierra.

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