martes, 16 de octubre de 2012

El caso es que...

El caso es que sabíamos que llovería;
desencajada, se ocultaba entre cristales la tormenta
y las promesas… marchitándose en la cúspide
de un crepúsculo iracundo de palabras y protestas.
El caso es que no discutíamos sobre nosotros,
de esa comprensión sentimental que activa los recuerdos,
al menos, percibí que los otoños amarilleaban en tus ojos
y yo presté mis lágrimas para regar primaveras a tu antojo.
El caso es que un emisario repugnante del diablo
-sombra de luz frustrada en la conciencia-
repartiendo iba las posesiones, una carta lacrada y un epitafio
en el recurrente tiempo de los sentimientos olvidados.
El caso es que nos miramos, acurrucados en los márgenes
reflexivos de la comprensión; la sombra, atravesando codicias,
y el miedo, educando ausencias y silencios condenados.
El caso es que el recuerdo del pasional pasado,
será sempiterno si entendemos nuestros pecados.
El caso es que nos amamos… en un tiempo ermitaño
que dispersó tormentas entre silencios secuestrados.


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