Un día, los abismos alcanzarán
las cúspides de los paraísos;
luego, sin saber cuando,
los estigmas del recuerdo
ascenderán por las simas
angostas de la densa bruma,
entre el temblor del viento
y la llanura sinuosa de la soledad.
En las ocultas emociones se posará
el polvo, una y otra vez, y el mar…
estremecido por el fulgor de la luna
sucumbirá al embrujo de las mareas.
Un día, las hazañas del hombre
no serán recordadas, habrá que esperar
la vestidura bruna de la noche,
que surgirá con música solemne
en la fiesta de los destierros
y las bendiciones del universo.
No sé cuando llegará la honra
rindiendo pleitesía; el néctar
de los tiempos ahogando presentes
y el cuerpo muriendo al lado del olvido.
Esta fosa que me aguanta…
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