lunes, 29 de octubre de 2012

Raíces anchas

Aquellos que arrinconan la tristeza en el olvido
mueren maldiciendo ciegamente la congoja,
repudian la tenebrosa esencia de la existencia
y a los cielos infrecuentes lanzan sus lamentos.

Los avernos siempre han existido, también la verdad,
como la presuntuosa necesidad de encubrir los silencios
en los sagaces misterios de los armoniosos sentimientos.

Oscurece cuando se cierran los ojos 
y la voz se ahoga en su silencio maldito;
hoy las campanas no abren los limbos
ni las sombras caen en angostos precipicios.

Hoy la palabra desea comulgar con el duelo,
con la sordina indecorosa de los últimos lamentos
que van triunfando en la inmadurez perversa
de las sombras excarceladas de los espejos.

A veces, en un bello jardín se esconde la flor
con los pétalos abiertos y las raíces anchas.


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