Conforme dispongo mis prioridades
en los fragmentos inconexos del presente;
el tiempo, gran estafador de los sueños,
une su movimiento trágico y constante
al sutil vaivén del imperturbable recuerdo.
Ya la lozanía de los indefensos carrillos
jugaron con el austero frío del pasado,
y ahora, el desencuentro, deja tiritando
los cipreses y los nichos desangelados.
Vasta ver, colmados de pasión los infiernos,
sofocando el cautivo juego de este fuego,
para desenterrar la burla y el ciego pasado
en los silentes abismos de los desprecios.
Mojados, con la sangre y el remedio,
tendidos en los febriles sentimientos,
el mundo llora gimiendo abatimiento
en el infortunio triste de nuestro silencio.
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