Contuve la respiración en el espacio
bajo el brumoso sauce del otoño,
las noches, hundiendo la espesa
claridad de la vencida mañana y,
la ambición imberbe del desespero
fue a retozar con el exilio del ama.
Contuve el fragmento de tiempo que se escapaba
encadenado a las estaciones del recuerdo,
contuve la pasión en los ínfimos instantes
de este cuerpo hundido en el desespero.
Contuve la lealtad de mi eterno sentimiento
componiendo estrellas en los ocasos del cielo
y rozando los límites del sagrado firmamento.
Contuve los vientos…
Contuve los besos…
Contuve el silencio
que limita los sueños.
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