viernes, 28 de junio de 2013

Los callados

Llega el rumor de la ciudad ante los callados, 
aquellos ciegos de espíritu que pintan la noche oscura
y ante el balcón del nuevo día esconden las sombras.

La ciudad anda dormida y no siente ese andar cansino
que se sumerge en el silencio de la vaguedad insonora;
las miradas andan buscando los rincones de los desvelos
y el alcohol fermenta en el pensamiento, cerca del estómago,
en una cena opípara de carne cruda y vino añejo.

Andan los callados sintiendo el abandono de su espíritu
por más que las calles sean gobernadas por luces de ámbar,
y en cada casa, en lo alto del balcón, las rosas sobresalgan.

Y los amantes, sumidos en el sigilo, habrán colmado su vicio,
mientras los callados, miran con el deseo roto en el silencio
y en los agrietados espejos de sus pensamientos prohibidos.

Los callados son parte de esta ciudad 
que aún no ha sido creada.


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