viernes, 18 de noviembre de 2011

Pecado


Hay días que persiguen las noches sin espera
al frenético ritmo de un tambor agrietado;
como castigo del tacto de un trajín exacerbado,
en la monotonía de una vida sin vicio y con recato.
Hay días donde la luz nunca llega temprano,
ni la noche se desvela con la luna a su lado,
es tan sólo en la vigila de este austero sueño,
donde la paz ansiada encuentra su descanso.
Hay días donde percibo que muero por dentro,
y noches donde vuelve el sol resucitado
a dar luz y diálogo a este camino abandonado,
que me recuerda que soy un ser libre y sin pecado.


Miguel Ángel Bernao

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