lunes, 30 de abril de 2012

¡Ay dolor de olvido!


Ya siento como se extingue tu pasión
en un suspiro cansado, como una perra en celo 
sedienta de aguas milagrosas que no llegan;
y se van secando los charcos
soportando el ciclón desértico del gozo,
las lágrimas confundidas en tus cuencas
entre el inapropiado follaje de tu deseo saciado.

Ayer llegó el otoño…con soberbia y vientos desnudos 
para tornar el silencio en candentes cenizas de recuerdos.

Es el amor lo que se evapora en este sol de rayos enfermos
y sin pensar más que en ti misma, la brisa ya no cruza esquinas
ni la melancolía te acobarda, ni te aflige, ni te lleva.

¡Ay dolor de olvido…
podemos ver la noche sin estrellas
y soñar la lágrima prendida en el tiempo,
podemos compartir presencias,
incluso amarnos sin querernos,
pero…ay dolor de olvido…
que triste dejas mi corazón sentido!

Quizás los charcos fueron reflejos
en este desierto umbrío y brusco,
de modo que, quizás no valga la pena
saciar la sed de mis afligidas penas.

¡Ay dolor de olvido!


Miguel Á. Bernao

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