Se agrietan los balcones de tus horizontes
para precipitar la distancia que nos aparta
como una desaparición hacia las sombras
en un encuentro entre abrazos fraternales.
Dichosa memoria que embriaga el recuerdo,
descompuestos los sentidos por el tiempo
y el contacto carbonizado por el abandono
cegando vientos en desiertos cadenciosos.
Tu frontera se ha abierto al aliento de mi sentido
en los márgenes apasionados de mi desconcierto,
privando, como un lascivo aguacero de olvido,
la gratitud de tu exaltado abrazo esplendoroso.
Amigo, he perdido la razón de los sentidos
y ciego, mudo y sordo, no podré abrazarte…
si ayer ardías con inquina y majestuoso arte
mi lealtad sumisa en tus sentimientos fingidos.
Ahora, este aliento falso no lo encuentro herido…,
ayer clavó sus puñales y hoy lo destierro al olvido.
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