jueves, 14 de marzo de 2013

Amantes seducidos

Nos gusta desaprovechar la oportunidad que tenemos de amar, para no engañar a la mentira, ni tan siquiera pretender recordar ni olvidar. Nos gusta sentirnos libres en la presunción de nuestros errores, obligarnos a ejercer de jueces en el juicio de nuestra conciencia maltrecha. Suponemos que la ambigüedad de los sentimientos han buscado el refugio de nuestras entrañas y, aún así, hierve la sangre plomiza entre las venas y, los párpados se cansan de soportar el peso de la voluptuosidad y la belleza deplorable. Paso a paso la moralidad despunta su egocentrismo, nos desplomamos en un abismo de actos y estratagemas inútiles, pretendiendo dar cobijo a la paz y el sosiego, y el tiempo, sabio y lúcido emisario de la liberación de los errores, sacude su polvo encima de nuestro cuerpo, paralizando el compromiso de nuestra alma sobre nuestras propias acciones. Pero sigue rugiendo el corazón, guiando la tormenta de la pasión entre la bruma indecorosa del deseo, y los cuerpos se entrelazan, se funden en un baile de miradas y caricias, el viento desparrama la cautela y el beso emerge indecorosamente por los abruptas montañas de la moral. El juego del amante, es el propio suicido de la moralidad, no obstante, la ensoñación libera de la cárcel del olvido y el silencio el sentimiento universal que el hombre siempre ha anhelado. Y es que por más que lo neguemos, todos somos amantes sumisos de la imaginación de nuestros recurrentes sueños y deseos. ¡Tócala otra vez Sam!

"La pasión en el ángulo muerto del deseo".- Miguel Ángel Bernao Burrieza



No hay comentarios:

Publicar un comentario