Un día, sin saber el pretexto,
ni el modo, ni tan siquiera el motivo,
expondré lo que la memoria guarda,
aquello que no se olvida;
será en un otoño de almendros desnudos,
entre los fragmentos rotos de la hojarasca
y el pavoroso viento de una insolente mañana
rociada de relente y pámpanas tempranas.
Será en el énfasis de un beso dormido
donde acurrucados y abrigados los sentidos,
amaremos los tiempos que se fueron
desnudando el amor y nuestro olvido.
Un día, sin saber el pretexto,
ni el modo, ni tan siquiera el motivo.
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